MUCHAS GRACIAS

Una de las cosas que aprendía de mis padres y corroboré viviendo en Japón es el AGRADECIMIENTO, me enseñaron que aunque sea por una pequeñez debemos agradecer. Al principio de nuestra vida en Japón, el único que hablaba el idioma era mi esposo, mi hijo y yo con las justas los saludos o pequeñas frases sueltas.

?Del colegio venían dos amiguitos a casa los días festivos o vacaciones, a las doce del día se escuchaba un pito, indicaba a todo niño que deberían regresar a casa almorzar, uno de ellos Akira obedientemente se iba, al cabo de una hora retornaba para seguir jugando. Nos encontraba justo para almorzar e invariablemente le invitaba a servirse en la mesa junto con nosotros y comía todo, generalmente era comida peruana para ellos novedoso.

En la fábrica donde trabajaba me encontré en varias ocasiones con una señora que no conocía y cada vez que me veía, se acercaba e inclinando la cabeza me hablaba cosas que no entendía, sólo me limitaba a sonreírle haciéndole una venia. Un día estaba con mi esposo, se acerco esta señora y nos repitió lo mismo, luego el me dijo que era la mama de Akira y estaba agradeciendo por recibirlo en casa y darle de comer tan rico, le decía su hijo:

-????????? En casa de mi amigo Heiji ?me sirven platos deliciosos, mejor que en restaurante.

Ella me repitió lo mismo en más de tres oportunidades agradecida y contenta del trato que le dábamos a su hijo, con una actitud natural y espontánea.

También la dueña de la casa donde vivíamos una linda anciana, cada mes que venía a cobrarnos el alquiler, se arrodillaba e inclinaba hasta el suelo en señal de saludo y agradecimiento por pagarle la renta.

Para Año Nuevo, aparte de una tarjeta de saludo, se suele hacer un pequeño presente de agradecimiento a todos los que nos ayudaron en algo. Muestras tan especiales de decir GRACIAS con sinceridad y el corazón, me hacían sentir orgullosa y agradecida por mis ancestros. En Perú no tenemos esa buena costumbre y la vamos perdiendo los descendientes de japoneses, así como algunas otras que deberíamos conservar y cultivar.

Al decir GRACIAS permitimos dar a conocer al que nos ha hecho un regalo o favor que valoramos y nos sentimos contentos por su acto.

A propósito algunas personas escribieron oportunamente al respecto:

“LA GRATITUD SILENCIOSA NO LE SIRVE DE NADA A NADIE”

“SENTIR GRATITUD Y NO EXPRESARLA ES COMO ENVOLVER UN REGALO Y NO DARLO”.

“DIOS ESTA EN TODAS PARTES PERO PRINCIPALMENTE EN LOS CORAZONES AGRADECIDOS”.

En las relaciones con los demás es necesario mostrarnos agradecidos, empezando por Dios, los de casa, familiares, compañeros de trabajo… Un MUCHAS GRACIAS nos cae bien a todos, no cuesta nada. En este nuevo año en que hacemos diversos propósitos, tratemos que el agradecimiento forme parte de nuestra rutina diaria, los resultados serán increíbles.

 

Jesús María.Diciembre.2013.

Olga Kian de Kitsutani.

 

 

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